Blog: Soy claustrofóbica y me metí a un temazcal (por segunda vez)
TENGO CLAUSTROFOBIA Y ME METÍ A UN TEMAZCAL
(POR SEGUNDA VEZ)
Mi historia con la claustrofobia es corta pero sustanciosa y no está nada separada de la ansiedad. A ambas las descubrí hace relativamente pocos años aunque viven conmigo hace muchos más de los que pensaba. Igualmente, mi historia con los temazcales o rituales ancestrales es corta pero sustanciosa. Aquí te cuento mi experiencia con el temazcal, de qué se trata y cómo logré hacerlo con ansiedad y claustrofobia a bordo.
A “Miss Clausi” (claustrofobia) la conocí en mi primera visita a Paris cuando después de hacer fila por horas en la punta de la Torre Eiffel nos metieron en un ascensor como rebaño de ovejas. La mezcla entre la altura, el encierro y la cantidad de gente me dejó en pánico, sin aire y demasiado confundida por los efectos físicos que estaba experimentando (aunque racionalmente sabía que nada estaba pasando). Luego en medio de la pandemia le puse nombre a “Ansi” (ansiedad) que llegó sin avisar con un ataque de pánico que para quienes han vivido eso, you can’t miss it. Es horrible. Fue algo como "me estoy muriendo", más una pizca de "no siento mi cuerpo de todo lo que lo siento", sumado un grito de auxilio desesperado de "alguien lléveme a un hospital no puedo respirar".
Hoy puedo conectar que en París tuve ambas, y ojalá hubiera sido solo Paris… me ha pasado en festivales, conciertos, ascensores muuuucho más pequeños, espacios oscuros, a veces aviones. La ansiedad ha sido como una amiga con la capa invisible de Harry Potter, me había acompañado sin dejarse ver y el día que la vi por primera vez la empecé a reconocer en todos lados y desde muy corta edad. Lo mismo pasó con Miss Clausi (claustrofobia).
Yo siempre soy de la mentalidad de “¿Cuál es la necesidad de sufrir?”. La apliqué por muchos años con la ayahuasca: “¿cuál es la necesidad de ir a vomitar toda una noche alucinando?”, y con el temazcal “¿cuál es la necesidad de encerrarse a oscuras a no poder respirar?”. Obvio en ambas ocasiones hablaba mi miedo basado en Miss Clausi. Ambas cosas las hice. Ambas fueron life changing events. La Ayahuasca dejémosla para otro día porque ese capítulo tiene un altar propio en mi vida, pero entremos a lo que vinimos: el temazcal.
Investigué un poco para no decir alguna bobada sin sentido por acá y encontré lo siguiente:
La palabra temazcal proviene de la palabra náhuatl “temazcalli”, (temaz-sudor, calli-casa); su traducción literal sería “casa de sudor” (…) es un baño de vapor utilizado en Mesoamérica con fines higiénicos, rituales, terapéuticos y espirituales.
El temazcal es una especie de choza generalmente redonda que tiene entre dos y cuatro metros de diámetro y no sobrepasa el metro y medio de altura, con una diminuta abertura que sirve de puerta de entrada [*Miss Clausi gritaaaaaa*]. En algunos casos dispone de una hornilla (tlexictli), donde se coloca la leña que calienta el recinto a través de una pared, y en otros (cuando están situados en terrenos externos a las viviendas), se hace una hoguera grande donde se calientan las piedras y recipientes con agua y hierbas medicinales. Este fuego sagrado representa al dios del sol, cuya energía fecundante y creadora calienta las piedras volcánicas.
A menudo también se pone un círculo de piedras con objetos representantes de los ancestros para reconocer la presencia espiritual de los abuelos.
[Termina de leer el artículo completo aquí]
El tema con la medicina y los rituales ancestrales es que encuentran una forma de llamarte, o por lo menos esa ha sido mi experiencia. No tengo otra explicación para haber cambiado mi forma de parecer con respecto a el temazcal en el que la idea de verme encerrada en una choza diminuta llena de gente me hacía sudar y de la nada un día me desperté y dije “quiero intentarlo”. Y así fue.
La primera vez me fui con dos amigas y la mamá de una de ellas a un ritual con un chamán en el Estado de México (a las afueras de la ciudad). Muy controladito todo, me aseguraron que era un temazcal grande y que me podía hasta parar y hacer cerca a la puerta por si en algún momento necesitaba salir sin embargo la aclaración fue contundente: “tienes que esperar a que la puerta se abra, antes no vas a poder salir, si sientes que no puedes más tienes solo dos opciones: respirar y rezar”. T R A Z.
En contexto, el temazcal se divide en 4 puertas y cada una tiene un propósito. El chamán va guiando la ceremonia con cantos, rezos, a veces dejan compartir a la gente, ofrecerle la energía a alguien que necesite la sanación…. Y lo que ocurre es que entre puerta y puerta se va calentando el lugar poniéndole agua y hierbas a las pierdas que están volcánicamente calientes. Eso hace que el aire sea hirviendo cuando respiras y pues el ambiente lo suficientemente caliente como para sentir que la piel te estorba. Luego abren la puerta cada determinado tiempo para dejar salir el aire y a quien necesite un respiro. Tu te estarás preguntando seguuuuramente “¿pero qué necesidad de hacer eso?” y bueno ahí te va lo que aprendí y por qué lo recomendaría un millón de veces.
Entrar a un temazcal busca simular lo que es entrar al vientre de tu madre otra vez. Es un espacio en el que estás contigo, sostenida por la energía de la madre tierra, el fuego, por la gente que está en las mismas que tu y usando tu voz para transmutar y soltar con los cantos. Lo más importante del proceso: respirar y estar presente. Se mueven muchas emociones, se siente que mientras tu cuerpo está soltando litros de sudor también estás soltando litros de energía estancada, emociones atoradas, pensamientos intrusivos, y mucho miedo… confiando que vas a salir del otro lado. Para mi fue como un renacer.
Creo que para cada quien es una experiencia distinta, te puedo hablar de la mía nada más en la que aprendí lo siguiente: yo estaba convencida de este pensamiento como una verdad “soy claustrofóbica”, y descubrí que en el espacio más reducido y las peores condiciones para mi claustrofobia no me pasó absolutamente nada. Me pregunto entonces ¿qué otros pensamientos me vivo como una verdad que no son ciertos? ¿qué realidad está creando mi mente que no me he atrevido a cuestionar y ya no me funciona más?.
Enfrentar el miedo a la claustrofobia me hizo darme cuenta que quizás ya no lo era tanto como lo fui en París, y después del temazcal no he vuelto a tener otro ataque porque mi mente ya no lo ve como una verdad absoluta. Esto sumado a que tuve una experiencia muy profunda de conexión con mi mamá, soltar la versión que yo quería de ella y no era, perdonarla, perdonarme y abrir la puerta para reconocernos y aceptarnos como somos y no como quisieramos. Se los juro, fue como magia. A partir de lo que yo sentí ese día (y con mucho tiempo + elecciones constantes de mi parte), dejé de pelearme y sentí que mi relación con ella se transformó. Y no era ella, era yo y mi percepción de ella. No era la claustrofobia, era yo y mi percepción o limitación que tenía por la claustrofobia.
Los rituales no son una varita mágica de Harry Potter. Ellos se encargan de ser la bola de cristal, que te muestra por dónde ir con tu trabajo interno y el resto te toca a ti. Eligiendo día a día, practicando y tropezando una y otra vez. La cosa es que es una bola de cristal con experiencia 4D y todo el asunto en el que sientes a nivel celular, a nivel alma, y una vez lo ves, ya no puedes no verlo.
Así que en conclusión hazlo. Pero busca un temazcal tradicional, con gente que sepa que es lo que hace y que te cuide en el proceso de tu primera vez. Yo me sentí tan tan sostenida a la primera que no lo dudé tanto para hacerlo la segunda que fue en un temazcal MINI en el que no me podía ni mover. Miss Clausi me estaba haciendo creer que no íbamos a poder y ya adentro el calor ni si quiera la dejó asomarse, mejor se quedó afuera tomando el sol mientras yo me cocinaba felizmente adentro jaja.
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